Hace días, meses diría, que empecé a pensar que el éxito, la fama desmesurada, mata. Ha sido al leer un titular a en la prensa de ayer sobre la muerte, supuestamente por suicidio, de un torero en México que se me ha hecho muy evidente que algo está pasando.
Tengo recopilados varios casos desde que, en septiembre pasado, una instagramer española, se suicidó. Seguro que ella no fuer la primera, pero sí que fue la primera que llamó mi atención unos años después de que un diseñador de prestigio mundial se quitara la vida en el centro de atención de salud primaria de su pueblo (que es el mío también) y me impactó mucho. Luego le han seguido uno de los mejores dj del mundo, un chef famosísimo, una diseñadora de bolsos de la élite neoyorkina, el torero mejicano, todo esto en las últimas semanas. Estos casos son extremos y desgraciadamente han terminado de la peor forma posible y otros muchos casos, de momento más leves, están saliendo a la luz.
Por ejemplo, tenemos más cercano el del youtuber elrubuis, que comunicó que se retira temporalmente por los problemas de ansiedad que sufre y la influencer Dulceida, que esta semana anulaba su cuenta de Twitter. Algo no va bien. Ayer además en la televisión catalana TV3 hablaban en la mesa política del programa «Els Matins» de gobernar con Twitter y las consecuencias que tiene a nivel personal y profesional por los comentarios que se deriban.
Ya hace unos meses que empezaba a estar preocupada por este fenómeno moderno de mantenerse en el éxito por encima de todo. Hoy puedo decir que estoy convencida que el precio a pagar por la fama, por el éxito y lo que supone mantenerse en alto, es muy caro. A veces cuesta la vida.
Por suerte, ya sabéis que soy optimista, se empiezan a escuchar voces que alertan sobre los efectos psicoemocionales negativos de tener una vida tan expuesta en la redes y de idealizar constantemente la existencia. Estas voces abogan por las «vacaciones tecnológicas» y el «ocio pre tecnológico». Reflexionemos en serio sobre todo esto.
Este post lo enlazo con otro que publiqué el 22 de febrero en este mismo blog y que se titulaba: éxito y felicidad. Seguiremos hablando del tema.
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