El síndrome de París es un trastorno psicológico transitorio que sufren algunas personas que visitan París. Entre otros sintomas se caracteriza por una aguda desilusión, alucinaciones, taquicardia o mareos ansiedad. Lo curioso de este síndrome es el sesgo poblacional de las personas que lo padecen: se ha observado que son los visitantes japoneses y ellos han motivado la descripción de este trastorno. Es más, la embajada japonesa en París ofrece a sus ciudadanos una línea de atención psicológica 24 horas.

La existencia clasificada y descrita de este síndrome, a nivel psicológico, me hace pensar en la fragilidad mental y el infantilismo de algunas sociedades que a pesar de estar muy avanzadas en algunos aspectos, a su vez,  mantienen una sorprendente ingenuidad en otros.

La fragilidad mental me parece una muestra de la vulnerabilidad y la necesidad de crear e imaginar mundos ideales donde todas las personas son guapas y elegantes, donde el amor está en el aire y el galmour se respira por la calle. Me preocupa la poca capacidad de soportar la desilusión al ver que en París hay suciedad y ruidos en las calles, que hay guapos y feos, que no todas las parisinas tienen ese toque chic que se les presupone y que como gran ciudad tiene caos y produce estrés. Algo bastante distante de esa plácida e imaginada sensación de flotación constante.

¿Son las japonesas y japoneses más débiles y más infantiles? Pues por lo que parece, sí. ¿Cómo puede ser que no sean capaces de afrontar el impacto que supone la desilusión al enfrentarse con la realidad y desarrollen síntomas psicológicos disruptivos? Una de las posibles respuestas que se me ocurren es pensar en que carecen de los recursos psicológicos necesarios para sobreponerse a las realidad. A la fealdad, a lo que realmente es, a la cruda realidad. Carecen de adultez y se desbordan. Y me llama la atención el bajo nivel de tolerancia a la frustración.¿En serio que no saben que lo que muestran los catálogos de viajes es la mejor cara? ¿En serio son tan ingenuos que no saben que no todo es tan bonito como lo pintan?

No soy una gran conocedora de la cultura japonesa y no me siento capaz de aseverar que tienen un problema si no pueden afrontar la decepción. Se que no se puede generalizar y que los casos de síndrome de París descritos no dan pie a hablar de epidemia, pero no recuerdo dónde leí que lo que aquejan los japoneses a nivel social, lo sufriremos nosotros en 10 años. Son los predictores de los males que vamos a sufrir en el futuro.

Así que habrá que trabajar para educar ciudadanos resistentes y resilientes. Si no lo hacemos, ¡no podremos ni viajar!