Las palabras curan

La crisis de los cuarenta

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La crisis de los cuarenta

No se sabe cómo llega nuestro cerebro a hacer este “clic”, este cambio en la consciencia que nos obliga a replantearnos nuestra existencia, pero lo cierto es que cada vez más seres humanos padecen lo que se ha venido en llamar “la crisis de la mediana edad”. Una situación que afecta a más a hombres que mujeres y que tiene su origen en el inevitable paso del tiempo, asociada a la pérdida de la juventud, de la vitalidad, de la insatisfacción, de la virilidad o de ausencias inevitables como la de los padres. Todos estos factores y algunos más tienen que ver con este punto de inflexión en nuestras vidas. Pero la cuestión es plantearnos cómo sacar provecho de estas situaciones.

Mi experiencia como psicóloga certifica que la crisis vital es también una gran oportunidad para hacer, desde la madurez, un nuevo planteamiento en nuestras vidas. Podemos haber conseguido en la vida todo lo que nos habíamos propuesto. Una familia, un profesión exitosa, dinero, un modo de vida en el que nos sentimos cómodos. Pero si no somos de verdad felices con nuestra existencia, llegará el día en que tendremos que responder a estas tres preguntas: ¿quién soy?, ¿a dónde voy? y ¿qué quiero?

Quizás ha llegado el momento de hacer cambios y vivir el tiempo que nos queda de otra manera, más plena y satisfactoria. Y esos cambios vitales suelen ir acompañados de una catarsis moral, una liberación que nace de la madurez, a partir de un proceso reflexivo que nada tiene que ver con el impulso propio de otras etapas de la vida.

También os digo que esta transformación no es fácil, y requiere, frecuentemente,  de ayuda psicológica, porque las personas arrastramos con nosotras dudas, miedos, sentimientos de culpa, inseguridades, que mejoran con el correcto tratamiento de un o una  profesional, que acompañe a esta persona a superar esta etapa  y a evitar los comportamientos perjudiciales, propios de algunas de las personas que sufren una crisis vital, cuando aún no son conscientes de que estos actos auto destructivos tienen como base la infelicidad.

Si conseguimos responder a las tres preguntas que os comentaba al principio, estaremos preparados para decidir hacia dónde queremos ir. En este punto del camino es importante discernir que el sentido de nuestra existencia no solo alude a la manera en la que nos sentimos, sino también a la dirección que decidimos darle. En definitiva, hacer reajustes en nuestras vidas para ser más felices.

¡Amor para todos y un fuerte abrazo!

Salomé Cosculluela

(Asesoramiento periodístico: Francesc Vázquez)

 

 

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