Las palabras curan

El sexo es sagrado (I)

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Estos últimos días varias personas me han preguntado sobre los mecanismos psicológicos que pueden llevar a un grupo de chicos jóvenes a tener unos comportamientos que la mayoría de nosotros consideramos aberrantes, eso ha sido a raíz de lo sucedido con caso de La Manada. Como psicóloga intento comprender el comportamiento humano y en este caso me resulta difícil entender y explicar qué pasa por la cabeza de estos jóvenes para que crean que algunas prácticas sexuales puedan resultar placenteras y agradables.

Si nos detenemos a pensar en todo lo que ha ocurrido, es un despropósito ya desde el inicio. Lo primero que nos choca es que salgan a divertirse con la idea previa de conseguir tener sexo en grupo con una mujer, aunque sea forzado, usando sustancias que anulan la voluntad de la mujer e incluso aunque esté inconsciente. Nos choca también la frivolidad con la que hablan de ello e incluso como lo planifican entre risas. Nos impacta mucho que lo lleven a cabo, es decir, que no se quede en la banalidad de una conversación entre «machos», sino que lo hagan sin que en ningún momento ninguno de ellos tenga el discernimiento entre lo que está bien y lo que está mal. Nos exclama que no haya reconocimiento ni arrepentimiento y que sigan sin aceptar que lo hicieron mal. Y nos indigna, y mucho, que se intente poner en entredicho la moralidad de la chica. ¿De verdad ellos encuentran esto divertido y placentero? ¿De verdad hay gente que piensa así? Lamentablemente sí y en este caso preocupa también que son personas muy jóvenes.

Desde la psicología tendríamos que tener en cuenta dos dimensiones para analizar en profundidad lo que ha ocurrido. La dimensión individual de cada uno de los jóvenes y la dimensión grupal. La psicología social tiene mucho que decir sobre esto. De todos es sabido que ciertos comportamientos se aceptan con mayor ligereza si son jaleados por el grupo. Los roles relacionales en el grupo y la sinergia que se produce en muchos casos, como en este, resta consciencia personal para apoyarse en la ideología e identidad de grupo.

Creo que uno de los motivos de que este caso (que lamentablemente no es el primero) haya tenido una gran cobertura mediática y social es que como especie, las agresiones de un humano a otro humano sin una causa comprensible (como podría ser la defensa), son las que mas trauma producen y las que más secuelas dejan. No encontramos la manera de justificar esta salvajada y es que no hay justificación.

Como sociedad nos ha impactado la profundidad que esta agresión pone de manifiesto en cuanto al mal estado de salud psicoemocional de unos jóvenes y hace que nos planteemos qué necesitamos como sociedad para evitar comportamientos como estos. Estoy de acuerdo que las leyes sirven como marco de actuación para todos pero creo que necesitamos urgentemente una buena educación psicoafectiva para entender y disfrutar de forma sana la sexualidad. y el respeto al otro. Cosificar, es despojar de la voluntad de sujeto con derechos y límites.

admin_salomeEl sexo es sagrado (I)

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